Es la misma ansiedad de siempre pero renovada por una sorpresa que jamás habría esperado. Ahora, hay que rogar que no perdamos en la Copa América. Porque siempre pasa que no salimos campeones. Somos los eternos segundones del mundo entero. Eso me tiene mal, muy mal. Siento miedo en todo momento. Y tiemblo ante la sola posibilidad del éxito. Nunca festejé un triunfo de Argentina. ¿Cómo sería eso? ¿Acaso me va a dar un ataque al corazón? Soy joven, tengo 27 nada más. Pero sufro mucho, la paso pésimo, me levanto por la noche a hacer pis, tengo pesadillas; durante el día me siento alterado por estados que van desde la algarabía plena a una fatiga importante al promediar la noche. Siempre quiero pero nunca tengo. Celeste y blanco mi corazón. Pero muchas veces todo se torna negro: vienen los alemanes o los chilenos y te pintan la cara. Es complicado. Uno piensa que va a ganar con sólo tirarle la camiseta al contrario pero esa soberbia es la que nos juega en contra a los argentinos, o a muchos, no puedo decir todos. Así que nada. Esperemos, Dios mediante, que todo salga bien y que podamos alegrarnos en medio de tantas pálidas...