Una vergüenza invisible en un serio, un uno, un alguien que maldicioniza su suerte sexual, esa flor de antropofagia emocional. Cargas, nada más que cargas. Y de yapa, un tren que no sale. Luces medias, oscuridades tenaces. Victorias que se escurren, poemas que no se escriben. Para colmo, el tormento de la posliteratura que se encarna.
Yo te digo andá. Yo sé. No quiero que pagues. No es un capricho, no me gusta, no es justo para vos.
Permiso. Se te acabó. Tenías pero ya no. Así te tratan tus respuestas.
Esta realidad del vamos a ir, del ya está, del no tenés idea. Suave y guau, dos pares de miradas ilegales, el no acordarse de la próxima ni de la otra. Muchas gracias.
Cuando se termina, arranca. ¿Qué hora será? Son las ocho. Si no, no importa. Podríamos pasar por vos, podríamos preguntar. Chau.