No voy con falsas verdades. Sencillo el asunto. Resulta que todo es un sueño, o una pesadilla. Dios nos dice lo que pasa. Pero no escuchamos porque creemos en lo que vemos. Ignoramos el despertar. La voz del Padre se nos hace molesta, como un vecino que grita en nuestro dormir: lo sentimos, pero no deseamos volver a lo que sabemos vigilia. En el fondo, una cierta conciencia nos acompaña. A tientas, adivinamos que hay otra cosa. Aunque pensar en ella no suele gustarnos. Entonces todo se hace fluir extraño, hasta que suena un despertador: la trompeta del ángel, que anuncia el Día Sagrado de la Resurrección.
No voy con falsas verdades. Sencillo el asunto. Resulta que todo es un sueño, o una pesadilla. Dios nos dice lo que pasa. Pero no escuchamos porque creemos en lo que vemos. Ignoramos el despertar. La voz del Padre se nos hace molesta, como un vecino que grita en nuestro dormir: lo sentimos, pero no deseamos volver a lo que sabemos vigilia. En el fondo, una cierta conciencia nos acompaña. A tientas, adivinamos que hay otra cosa. Aunque pensar en ella no suele gustarnos. Entonces todo se hace fluir extraño, hasta que suena un despertador: la trompeta del ángel, que anuncia el Día Sagrado de la Resurrección.