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Channel: Surfer Punk's (Aquaman)
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Tiempos bravos

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  El Oso Rojo me reveló una gran verdad. Ahora, no sé si podré reproducirla con su misma maestría judía. Convengamos que el pasaje de la oralidad a la escritura implica una transacción en la cual las palabras pueden perder fuerza (o ganarla). Sin tanta entrada, sirvo el plato fuerte: Rosen afirma que cualquier joven de una comunidad no urbana del África vive aventuras muy intensas, aventuras cercanas a las que protagonizaron nuestros antepasados. Nosotros, en cambio, bichos de ciudad, ratones de biblioteca, conejillos de Indias del marketing político. Guardamos el instinto de nuestros padres primitivos, de nuestros pares del África profunda. Pero nos desenvolvemos en una dictadura de barreras varias que nos estresa. Sí, el estrés ha de explicarse como el desajuste entre tendencias naturales, heredadas, y el entorno actual que nos supimos conseguir, que nos supo conquistar (el combatiente capital).

  En un rapto de exageración humorística, el Oso Rojo dice que nuestros hermanos del África última corren animales salvajes. O corren de ellos. Nosotros, en cambio, nos movemos entre obstáculos varios. O nos dejamos transportar en una quietud casi antinatural. Desde ya, nadie reivindica una vuelta a ningún origen ni se hace culto al mito del buen salvaje. Rosen se llama Rosen, no Rousseau. Simplemente, se intenta mostrar ciertas tensiones que existirían en el sujeto contemporáneo. 

  Tal vez, sin querer, he falsificado las tesis de abril del Oso Rojo. Me hago cargo y pido disculpas si falto a la verdad. Esté errado o esté bien, quiero seguir construyendo texto sobre lo anterior. 

  En base a las consideraciones precedentes, entiendo que somos la posibilidad de un hombre. Una variante sofisticada. Tal vez por ello pagamos el desfasaje hormonal de no matar ya a los golpes, sino de matarnos en los mercados, evolución de las junglas que nos dieron el ser. Nuestros mayores asesinaron, fallecieron y copularon a mansalva en un período que no excedió los veinte años. Nosotros estamos en la franja en torno a los treinta, más o menos, y todavía nos seguimos masturbando. ¿Cómo no vamos a estar locos? 

  Dedicado a N. R. 

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