Destinado a, elijo b, o c. Sin comillas. Cada letra vale todo por sí misma. Y llego a z por pura paciencia alfabética de errar adversarios y acertar amigos.
Tal vez, en mi recorrer, acabe por recorrerte. Pondré letras en tu honor, en mayúsculas: no, me arrepentí. Propongo omitir esta práctica iniciática de las iniciales. Todas las mujeres tienen algo de María, pero tu otro nombre se haría fácil de deducir porque empieza con término poco común.
Sigo de largo, te cuento, te novela, te invento y paro corto en un ejercicio de derrota improvisada ante el mundo.