Lloverá azul, azul lloverá.
En tu cara, en tu mal.
Rastro, refugio ideal
y la mierda te sorprenderá.
No hay nada más igual que todas esas lagunas que se forman lejos de la mente. Esquemas para armar, visos de irrealidad e imposibilidades para cumplir.
Viajes en el ascensor. Ir corriendo por ahí. Estallar las piernas e inflar los puños en calles sin bulevar. Y ahora recuerdo lo bueno...
Te veo en una esquina, la tuya, con la frente deseosa de cielo. El sol te acaricia levemente y una brisa te mueve el pelo para encanto de mi contemplación.
Parece que no hay futuro, pero todos los años le robamos años a la muerte y sacamos carne del frigorífico sin fin. Animales.
Correr, correr. Las pantorrillas se rompen con los rigores del asfalto y quiero estallar en mierda, sudor y pulsaciones de no saber, de no poder ver qué hay a los costados.
Todo urbe, incluso las nubes bajan a la calle y se suicidan en la alcantarilla. Más gritos, agitación y perros que comen arriba de la mesa.
Un final para otro final.