Hago el juego del desierto y doy claves a modo de sorbos de agua para que el caminante no palme en el intento. Hoy brindaré un banquete para que se entiendan mejor mis páginas de arena...
En mí se dan las dos tensiones básicas del ser humano promedio: sobrevivir y reproducirse. Claro que la cultura enmascara lo esencial y hoy, para algunos, la que va es suicidarse y abortar. De animalitos a dioses por obra y gracia del espíritu farmacéutico. Bien, vuelvo a mí: yo mecho los apetitos esenciales con algunos pasajes de arte. Quizás, muy inconscientemente, quiera llamar a la hembra para el apareamiento. Aunque claramente se evidencia el fracaso de un bloguero solitario que dibuja párrafos de madrugada.
Desde ya, también sobrevivo cuando escribo. Evito dormir en el no ser yo, en el silencio cotidiano del que parece morirse cada tarde un poco más. Lejos de eso, me revivo todo el tiempo, me reinvento en fragmentos y sueños y deseos. Me reproduzco por siempre en sustantivos muchos y verbos pocos. Esfuerzo de traducir a un extraño hablante interior.
Más allá de lo biológico, del querer sobrevivir a las fieras y engendrar, siento algo más, algo que trasciende la naturaleza: sí, Dios. No todo pasa por lo que entra en nuestra vida...